Reseñas

Piketty: El capital en el siglo XXI

A veces resulta avasallador entender la amplia ignorancia que tiene la ciudadanía acerca de un tema tan transversal a todas sus vidas como lo es la economía. Podría pensarse lo mismo de la química o de la física, pero estas últimas no son ciencias sociales, regidas por las leyes y/o acuerdos humanos, sino que son leyes universales sobre las que el hombre no tiene poder de decisión. En la economía, sí, y sin embargo resulta esta tan comúnmente desconocida a pesar de su impacto en el transcurrir cotidiano. Thomas Piketty trata de traernos un diagnóstico muy completo y volumétricamente documentado sobre el comportamiento esperado de la economía en el siglo XXI, basándose en su comportamiento histórico. Si usted tiene interés en abandonar en alguna medida la ignorancia en temas de economía, este libro es un buen elemento para dar un gran primer paso.

En estas 649 páginas, Piketty hace un recorrido histórico de la economía de los últimos siglos, que son los realmente relevantes en cuanto a que han sido aquellos que han presentado mayor dinámica o agitación económica. Expone en las primeras páginas una máxima que trata de explicar y argumentar a lo largo de todo el texto: la latente existencia de la desigualdad económica en la que la tasa de crecimiento del rendimiento privado del capital siempre es mayor a la tasa de crecimiento del ingreso y la producción: r > g. Esta es la contradicción principal del capitalismo, que es el sistema económico imperante a nivel global. ¿Por qué es esta una contradicción? porque el ideario planteado por los economistas liberales y neoliberales que defienden este modelo económico argumenta que el mercado se ha de regular de forma autónoma y que esto terminará trayendo bienestar y progreso a todos los sectores sociales e individuos que habitan en el capitalismo. Sin embargo, la premisa planteada por Piketty como la mayor contradicción de este sistema permite entrever que el capital privado siempre será mayor al ingreso público y, por lo tanto, la desigualdad social crecerá indefinidamente en favor de quienes detentan el capital en contra de quienes no poseen ni el capital ni los medios de producción, de quienes dependen exclusivamente de su trabajo para obtener su ingreso.

Ahora, si esto que argumenta Piketty fuera cierto, ¿por qué aun la desigualdad no ha escalado a niveles inhumanos como su regla lo presupone? Pues bien, es esto lo que Piketty explica metódicamente y con datos precisos a lo largo de los capítulos que dividen a su obra. Para ello, realiza una disertación detallada sobre varios pilares que a la luz de los datos históricos y la teoría económica contribuyen a que se redistribuya la riqueza (y, por lo tanto, la desigualdad no crezca infinitamente): el impacto de la(s) guerra(s), la influencia de la inflación alta y la aplicación de tributos desde la estructura estatal a los capitales privados. Estas medidas, aparentemente fortuitas como en el caso de la guerra, o deliberadas como en el caso de la implementación de una estructura tributaria, han evitado que el mercado destruya a la economía; han evitado que el capitalismo se consuma a sí mismo.

Si bien el análisis expuesto por Piketty se centra en Europa y Estados Unidos, que son las regiones desde las cuales se cuenta con mejores datos históricos sobre sus economías, sus conclusiones pueden ser extrapoladas a otras latitudes, eso sí, con mesura. Este análisis, si bien parece ser contundente por su metodología y base estadística, es concluido por Piketty con la aclaración de que sus conclusiones son inacabadas y debatibles; una posición sensata en el marco de una disciplina tan convulsa como lo es la economía. Pero más allá de ello, lo cierto es que el autor propone, ante el panorama inexorable planteado por la realidad de que r > g, que se establezcan varias medidas que nos permitan tener una economía saludable, medidas uqe permitan que la sociedad retome el control del capitalismo, antes que el capitalismo acabe con ella. Estas son principalmente 1) mantener el debate democrático en cuanto a la política económica regional y/o global, pues la población global debe estar por encima de la reglas del mercado, 2) que se procure mantener una inflación reducida pero estable que de garantías económicas en términos de deuda y crecimiento y 3) que se implemente un impuesto progresivo global al capital que permita redistribuir la riqueza de forma controlada, oportuna, eficiente y justa.

De cualquier manera, este texto abre un debate global en tiempos en que la desigualdad empieza a remarcarse lentamente pero sin tregua en la sociedad; ¿son correctos los diagnósticos de Piketty y, más aun, sus posibles soluciones paliativas? ¿Cuáles serían las medidas alternativas que frenen la desigualdad global? Si se sigue acrecentando la desigualdad, ¿solo quedará espacio para la revolución (es decir, en el sentido de Bakunin, la destrucción total para dar paso al renacer)? Solo el tiempo permitirá al mundo ver el desarrollo de estos interrogantes y, quizá, sus respuestas. Claro, si el colapso global predecible por la crisis climática no se manifiesta antes.

Citas

En una democracia, la igualdad proclamada de los derechos del ciudadano contrasta de manera singular con la desigualdad muy real de las condiciones de vida, y para salir de esta contradicción es vital hacer que las desigualdades sociales sean el resultado de principios racionales y universales y no de contingencias arbitrarias.

Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI

Citas

Hay que decir que (Vilfredo) Pareto había acogido con afecto la llegada al poder de Mussolini, poco antes de su muerte en 1923, y que, principalmente y de forma objetiva, seducía al poder establecido con sus tesis sobre la implacable estabilidad de la desigualdad (la cual, según el propio Pareto, sería ilusorio pretender modificar).

Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI